Enfermedades Inflamatorias Intestinales

¿Qué son las Enfermedades Inflamatorias Intestinales?

Cada vez nos encontramos en consulta con más casos de patologías del intestino. Son las englobadas en el grupo de Enfermedades Inflamatorias Intestinales.

Su precoz detención, así como su correcto tratamiento resultan imprescindibles para obtener una correcta calidad de vida. Y los hábitos dietéticos del día a día forman un pilar muy importante, incluso a la hora de la prevención.

Dentro de este grupo tenemos por un lado la Enfermedad Crohn (EC) y por el otro la llamada Colitis Ulcerosa (CU).

Ambas son muy similares, aunque presentan ciertas diferencias:

  • La EC puede aparecer en cualquier parte del tracto intestinal, aunque es más frecuente en el ileon terminal. En cambio la CU sólo afecta al intestino grueso o colon.
  • En la CU las úlceras son más extensas, pero más superficiales, y además presenta un mayor riesgo de cáncer, por lo cual exige un control terapéutico muy riguroso.
  • Por contra, la EC tiende a perforarse y formar fístulas más fácilmente, por ello en ocasiones aparece sangre en heces.

Ataque autoinmune

En todo caso el origen es autoinmune e idiopático, pero al tiempo hay un gran componente hereditario que aumenta su predisposición. Este ataque autoinmune desencadena un proceso de inflamación de la mucosa intestinal que acaba en una ulceración y finalmente en un sangrado con estenosis y perforación.

Si la úlcera es muy profunda es cuando se produce la perforación, originando la fístula que comunica la materia fecal con otra parte del organismo, como si se tratara de un “agujero” por el que penetran al torrente sanguíneo sustancias contaminantes que deberían ser expulsadas fuera de nuestro medio interno.

Se han estudiado diversas sustancias como posibles causantes de tales enfermedades y una de las que ha quedado más comprometida son los carragenatos. Se trata de un aditivo espesante con el número E-407 que está incluido en muchos postres como yogures de sabores o bebidas vegetales no ecológicas.

Es un subproducto de un tipo de algas pardas que suministrado en ratas desencadena la Enfermedad de Crohn. En humanos no ocurre del mismo modo, pero si nuestro intestino presenta una sobrecarga de flora putrefactiva, específicamente Bacteroides Vulgatus, aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad.

Estos Bacteroides son el producto en descomposición de una dieta muy acidificante, por ejemplo rica en carnes o lácteos. De ahí que el eje flora – dieta resulte tan importante en este tipo de enfermedades, como ya ocurre en muchas otras.

Síntomas de la Enfermedades Inflamatorias Intestinales

  • Deficiencia nutricional derivada del síndrome malabsortivo general (vitaminas, minerales, etc.), ya que el intestino es el gran órgano de absorción de nutrientes durante el último tramo de todo el proceso digestivo de los alimentos ingeridos.
  • Distensión abdominal fruto de la inflamación intestinal.
  • Disminución de energía, nauseas y vómitos consecuencia de una digestión incompleta.
  • Infecciones repetidas por un cúmulo de abscesos en las zonas ulceradas.
  • Aftas recurrentes que tardan en cicatrizar.
  • Esteatorrea por una incorrecta descomposición de las moléculas grasas, lo que lleva a un déficit del tejido magro y una mala absorción del grupo de vitaminas liposolubles (A, D, E y K). Unido a un aumento de cálculos de oxalato.
  • Ileitis terminal con dolor a la palpación en fosa iliaca derecha. Lo cual impide la adecuada asimilación de la vitamina B12, gran protagonista en los procesos de crecimiento y mitosis celular.
  • Úlceras mal curadas que producen una estenosis de la luz intestinal donde se acumulan residuos en descomposición, caldo de cultivo de bacterias generadores de la posibilidad de sepsis.

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Pruebas diferenciales:

  • Papilla de bario para detectar la posibilidad de úlceras.
  • Pruebas serológicas con anticuerpos anti endomisio.
  • Analítica clínica que plasmará las deficiencias nutricionales.
  • Análisis de heces para descartar la presencia de grasa, la cual nos hablaría de una esteatorrea o bien restos de sangre por presencia de fístulas.
  • Pruebas del manitol y de la lactulosa que determinan el posible cuadro malabsorción o de hiper-permeabilidad intestinal.
  • Colonoscopia o sigmoidoscopia y en último término biopsia intestinal, que compruebe la autoinmunidad de la mucosa.

Como tratamiento, la medicina tradicional recetará al paciente un antiinflamatorio de por vida y temporalmente corticoides para los brotes de obstrucción y agudización de síntomas. Si el brote es muy constante, en torno a uno cada tres semanas, ya pasan a los inmunosupresores, encargados de anular a nuestro sistema inmune interno.

A ello le suman potentes bloqueadores de la respuesta inflamatoria y si existe riesgo de infección, también algún antibiótico del género anaeróbico o de amplio espectro. Cuando este tratamiento preventivo no funciona se produce la fístula y sólo queda entonces la opción de la cirugía para solucionar las complicaciones fruto de todo el proceso ulcerativo.

Recomendaciones

  • Antes de nada tratar el síndrome malabsorción, para lo cual se ha de erradicar toda ingesta de lácteos, ya que la lactosa es una de las causantes de dicho fenómeno.
  • Por otro lado se han de vigilar los platos excesivamente condimentados, por ejemplo picantes tipo cayena o con exceso de especias, pues agravan los síntomas porque aumentan la sensibilidad de la mucosa.
  • La fibra como norma general es cicatrizante por lo que resultaría positiva, pero al mismo tiempo presenta el riesgo de producir obstrucción intestinal por exceso del volumen de heces. En consecuencia este dato se ha de valorar en cada caso individual, según se presenten en el paciente síntomas de obstrucción o no. De toda manera el tipo de fibra elegida sería la soluble, no la insoluble que es más agresiva para las paredes intestinales.
  • El azúcar se ha de suprimir al máximo posible, ya que unido a un aumento de la fibra dietética disminuye en un 79% el número de hospitalizaciones.
  • También la proteína y la grasa animal deben tomarse en mesura debido a que constituyen una materia primera muy difícil de digerir, al tiempo que desequilibra nuestra flora y es fruto de muchos procesos alérgicos. La única excepción será el pescado que por el contrario disminuye las complicaciones.
  • El registro semanal de alimentos resulta de gran utilidad para vincular los síntomas con posibles alergenos alimentarios. En general se considera que las levaduras, quesos, fruta cruda, tomates y frutos secos aumentan la segregación de histamina, la cual desencadena el proceso alérgico proinflamatorio.
  • Hábitos como el tabaco o el alcohol empeoran el cuadro clínico y en cambio un correcto programa de ejercicio aeróbico regular resultaría positivo para la oxigenación intestinal y en consecuencia para el perfil de la flora inmune.

Otros complementos alimenticios

  • La vitamina D mejora el comportamiento de nuestro sistema inmune, ya que aumenta la tolerancia y en consecuencia reduce el número de brotes. Además hemos de tener en cuenta que dicha vitamina es liposoluble por lo que la tendríamos de por sí en deficiencia.
  • Como cicatrizante de la mucosa incluimos el Zinc, uno de los oligoelementos más importantes de nuestro organismo. También dentro de los cicatrizantes tenemos diferentes opciones según la parte del intestino afectada: si se trata del enterocito del intestino delgado añadiríamos la L-glutamina y la L-arginina y para el colonocito del intestino grueso el butirato en forma de enema. Así mismo no debemos dejar de lado los bioflavonoides, potentes regeneradores de la mucosa, como es la quercetina.
  • Los omega 3, en concreto el DHA a dosis altas en torno a 2 – 4 gramos diarios, nos ayudarían en todo el proceso de desinflamación. Pero sería preferible en esta patología que optáramos por un aceite procedente de algas, ya que los de pescado serían más difíciles de digerir por un intestino enfermo.
  • En todo caso habríamos de incluir un complejo multivitamínico – mineral hasta solventar las deficiencias. Más adelante este punto lo sustituiríamos por una buena dieta.
  • La levadura Saccharomyces Boulardii es de los probióticos con mejores resultados en esta enfermedad. O bien podemos acudir a un combinado de bacterias inmunorreguladoras que incorpore Bífidus, Acidophilus, Lactobacillus Sallivarus, Lactobacillus Casei y Lactobacillus Plantarum.

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Vacunas para enfermedades inflamatorias intestinales

Esta opción siempre se habría de valorar como gran prioridad, ya que ofrece grandes beneficios. Mediante la inoculación de Escherichia Coli y otras enterobacterias.

Todo antioxidante posee al mismo tiempo un cierto efecto antiinflamatorio por ello incluiríamos la vitamina C, que además es formadora de colágeno; la vitamina E, que impide a su vez la oxidación de las grasas mal digeridas; y el Ginkgo Biloba, que también mejorará la microcirculación del tracto intestinal con un positivo aumento del oxígeno.

Fitoterapia para Enfermedades Inflamatorias Intestinales

  • La Boswellia sería el “corticoide natural” más similar a la medicina tradicional, planta de la cultura ayurvédica que cada día nos ofrece más beneficios en el mundo de la salud natural.
  • Y en toda enfermedad que curse con esprue y ulceración notaremos mejoría con una mezcla de las siguientes plantas: malvavisco como emoliente, echinacea como protector de infecciones, sol de oro como antihistamínico y consuelda como cicatrizante.
  • Si añadimos a todo ello enzimas proteolíticos como la bromelaína y la papaína obtendremos un mayor efecto antiinflamatorio.
  • Y por su lado la vitamina B3 en forma de niacinamida aliviaría el estado general debilitado del paciente, ya que su activación a NADH dentro del organismo trata la astenia tanto física como psíquica consecuencia de la carencia absortiva.

Deducimos por tanto una vez más, que el alimento es siempre nuestro mejor amigo, tanto si hablamos de prevención, como de tratamiento o de optimización. Así pues nuevamente recurro a una de las muchas frases valiosas de nuestro antepasado y gran sabio Hipócrates:

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