Herpes: qué es, síntomas y tratamiento

Cuando nos encontramos con que nuestra piel se torna caliente y roja y no podemos encontrar relación con alguna comida, alergia o rozadura, rápidamente pensamos que podemos estar en un caso de herpes.

Pensamos que los hay menos o más graves y menos o más molestos pero, en cualquier caso, no quedamos indiferentes. En muchos casos notamos cómo las personas miran esa zona del cuerpo de otra manera, como pensando “cuidado, tiene un herpes”.

Herpes

Arios, pero parecidos

Los herpes pueden surgir en diferentes zonas del cuerpo. Podemos hablar de tres clases de virus Herpes: el Herpes Simplex Tipo I, que brota en la parte superior del cuerpo, especialmente en la boca, y el Herpes Simplex Tipo II, que lo hace en la parte inferior del cuerpo, especialmente en los genitales.

El tercer virus es el Varicela Zóster, el mismo virus que provoca la varicela, el cual, en su primera fase brota en forma de ésta enfermedad, inactivándose posteriormente y surgiendo cuando el sistema inmunológico está deprimido.

Habitualmente surge tras una depresión del sistema inmunológico, bien sea por un tiempo de estrés, una depresión, excesivo cansancio o cualquier causa que derive en un estado de inmunodepresión.

Los virus del herpes son habitantes habituales de nuestro organismo. En circunstancias normales no crean problemas pero, como he dicho, están latentes y a la mínima ocasión, cuando el sistema inmunológico no está en condiciones adecuadas, el virus aprovecha para mostrarnos su existencia.

Si bien las causas anímicas que más favorecen la aparición de un herpes son la depresión y el estrés, siempre debemos tener en cuenta a un órgano que los adultos tenemos olvidado porque pensamos que está totalmente atrofiado si bien eso no es totalmente cierto: el timo.

El Timo

En él maduran los linfocitos T, unos de los responsables de la inmunidad. El timo está íntimamente relacionado con el sistema nervioso, y un problema en éste, provoca un mal funcionamiento del órgano.

Según otras técnicas, el timo modula las relaciones con el mundo externo. Desde ese punto de vista, si tenemos problemas de relación con nuestro alrededor, éstos pueden ser somatizados en el timo y provocar su mal funcionamiento.

En ese sentido, los problemas más habituales son el sentimiento de culpa (que puede conducirnos a un estado anímico de autoagresión y potencialmente a una enfermedad autoinmune), y las depresiones (con falta de ganas de vivir).

Es también habitual, que hechos puntuales sin foco anímico (por ejemplo una menstruación) provoquen problemas de bajada del sistema inmunológico, y consecuentemente se abra la puerta a la manifestación del herpes.

Para ello es necesario evaluar las circunstancias personales del enfermo y de esa manera poder tratar el problema desde el punto de partida adecuado para que se repita lo menos posible y que sea lo menos agresivo que se pueda.

Muchos son los casos en los que una persona con herpes ha sufrido recientemente una pérdida (material o personal) que le ha llevado a una inmunodepresión y, consecuentemente, a una manifestación del herpes.

Herpes

Herpes Zóster

Mención aparte merece el Herpes Zóster, la temida “culebrilla”. Si bien el temor a esta manifestación herpética proviene de otros tiempos en los que era común una mala alimentación, una carencia de medicamentos y unos tiempos históricos convulsos, se sigue manteniendo la idea de que “si la culebrilla se cierra, te asfixia”.

El Zóster anida en músculos, nervios y tendones, y su manifestación, además de cursar con calor en la zona, inflamación, picor y enrojecimiento, provoca dolores durante y después de su manifestación, que son el síntoma que más hace que el enfermo acuda a un profesional.

En la actualidad, tanto desde la medicina académica como desde las técnicas naturales, el Herpes Zóster puede ser tratado de manera adecuada, si bien es recomendable que el profesional disponga del tiempo suficiente como para indagar en las posibles causas anímicas que hayan provocado su aparición.

Desafortunadamente, tanto desde una como desde la otra terapéutica suele ser abordado de manera meramente sintomática, lo cual favorece nuevas apariciones con las consiguientes molestias.

Herpes

Ayudas

Es aconsejable un doble abordaje en cualquier tipo de herpes, y en casos con núcleo anímico, un triple punto de partida.

Por una parte, debemos aumentar el sistema inmunológico para que sea capaz de enfrentar el virus y hacer lo posible por mantener la inmunidad en buenas condiciones para que no se repita o si lo hace, sea menos frecuente y con menor virulencia.

Para ello contamos con plantas tan conocidas como la Equinácea (Echinacea Purpurea  Echinacea Angustifolia) y el Propóleo (Propolis). Existen en el mercado diversos productos que combinan ambos componentes a los que se les añaden otras plantas que refuerzan su acción.

La medicina ortomolecular nos provee de un aminoácido altamente eficaz (especialmente en casos de Zóster) debido a su gran poder antivírico, la L-Lisina. De la misma manera, el mineral Germanio, debido también a su poder contra los virus, está indicado en estos casos.

Es además antioxidante, protege de las radiaciones, transporta oxígeno a la mitocondria y muchos especialistas lo usan en casos de cáncer como coadyuvante, ya que además de mitigar los efectos secundarios de la radioterapia, aumenta el sistema inmunológico para que él mismo luche contra el tumor.

La vitamina C también posee cualidades antivíricas y aumenta la capacidad del sistema inmunológico.

En oligoterapia contamos con el Zinc, que inhibe la reproducción del virus en las células (es aconsejable tomarlo en forma de sulfato).

Algo que no se suele tener en cuenta es que existe un producto llamado arginina que favorece la replicación del virus, por lo que durante el tiempo de tratamiento es recomendable evitar la ingesta de berenjenas, tomates o calabacines..

Sistema inmunológico

No debemos olvidar en ningún caso que las manifestaciones de gran parte de lo que llamamos enfermedades vienen provocadas por un momento en el que, por diversas circunstancias, nuestro sistema inmunológico está deprimido.

Si olvidamos tratarlo y nos ocupamos únicamente de hacer desaparecer la manifestación, dejaremos el trabajo a la mitad, ya que no evitaremos posteriores recaídas. Igualmente debe ser evaluada la faceta psicosomática para que continuando con esa filosofía, podamos evitar que nos derive una vez más en una incómoda manifestación.

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